EL SOTANO PARTE 2

EL SOTANO PARTE I

Se encamino hasta el garaje, abrió la puerta y acaricio su  Audi negro, se metió en el, se tomo unos segundos para colocarse los guantes de cuero, ajusto los espejos ya ajustados mil veces, se puso el cinturón y arranco el motor, disfruto del sonido del motor, adoraba aquel coche y el potente sonido del propulsor. Maniobro para salir del garaje, cuando sobrepaso la puerta pulso el botón de cierra de la misma, y salio a la carretera.

Puso la música y Lemmy inundo el sonido con su voz ronca de bebedor de Jack Daniels. Motorhead es un grupo que te anima a correr con el coche y a el no le produjo un efecto contrario. Condujo a demasiada velocidad por su barrio residencial, tuvo un encontronazo con otra conductora a la que pudo leerle un par de insultos en los labios mientras el le mostraba su dedo corazón. Llego a la salida de la autopista y allí desato todo el potencial del coche. Con movimientos suaves iba esquivando coches mientras la velocidad aumentaba hasta sobrepasar los doscientos kilómetros por hora. Solo freno las dos veces que su GPS le aviso de la presencia de radares. Luego volvió a acelerar. Sabia que era un riesgo, pero ¿Que era la vida sin riesgo? . Circunvalo toda la ciudad por la autopista hasta llegar al Parque del Sur. Cuando salio de la autopista se comporto como un conductor normal, respetando cada señal y cada limite de velocidad.

Había visitado el parque durante tres meses varias veces por semana. Familiarizándose con cada acceso, cada salida, cada carretera, camino o senda que pudiera servirle para sus propósitos. Había descubierto una entrada que casi nadie usaba a juzgar por la falta de rodadas de coche en la vía de entrada y el fétido olor que surgía de un arroyo cercano tampoco es que invitase a las parejas a desatar su amor en aquel apartadero. Ese arroyo se podía cruzar y caminando y un pequeño camino atravesaba un bosque que daba a parar a un camino donde algunos runners o paseantes hacían su ejercicio diario. Aquel sitio le gusto, podía acechar entre los arboles a su presa sin ser visto, atraparla y arrastrarla de nuevo hasta el bosque.


Detuvo el coche y lo puso con el morro hacia la salida y el maletero hacia el bosque. Cogió lo que necesitaba, unas cuerdas, cinta americana, una pistola con dardos tranquilizantes que el mismo fabricaba, una jeringuilla con el mismo tranquilizante y una navaja. Se metió cada cosa en el bolsillo que le correspondía, cerro el coche y echo a andar.

No fue agradable para el tener que oler aquel arroyo, los olores fuertes le daban un profundo asco y trato de respirar lo menos posible mientras surcaba aquel apestoso riachuelo. Cuando lo hizo se adentro en el bosque, tuvo que esquivar ramas que querían herirle la piel y que dejaron un par de arañazos en su cazadora, en otro momento aquello le habría molestado pero cuando uno caza debe estar preparado para ciertas incomodidades. Un cuarto de hora después había encontrado un lugar desde donde era invisible para los transeúntes pero que le permitía estudiarlos tranquilamente sin que lo vieran. Estaba en un lugar elevado a unos diez metros del lateral del camino, solo había que ser sigiloso, además pronto el sol empezaría a esconderse.

Saco una boquilla y puso un cigarro en la misma, lo encendió con su Zippo decorado con una calavera sonriente. Lo encendió y observo el camino que serpenteaba ante el. Tenia tres metros de anchura. Las primeras personas que aparecieron ante el fueron dos runners que charlaban mientras corrían, no les presto mucha atención, aunque por un momento tuvo ganas de pegarles, odiaba aquellos trajes chillones que la mayoría de ellos llevaban. Unos cinco minutos mas tarde aparecieron una pareja de jubilados que caminaban pausadamente de la mano, "enternecedor" pensó para si mismo mientras los veía desaparecer de su vista. Termino el cigarro apago la boquilla contra un árbol y la guardo en una bolsa de plástico que a su vez metió en un bolsillo trasero junto a la boquilla.

En media hora mas, vio otro par de runners, un par de mujer maduras que caminaban y un anciano que parecía perdido. Cuando ya llevaba mas de un hora y se había fumado otro cigarro apareció una mujer joven , unos veinticinco años calculo el mentalmente. Iba paseando un perro aunque apenas quedaba un cuarto de hora para que el sol se pusiese así que debía vivir muy cerca. Aguzo la vista, el perro era un riesgo, era un labrador bastante grande, tendría que usar la pistola, ella parecía guapa.

Se puso en tensión mientras ella se acercaba con paso tranquilo, cuando la supero el miro hacia todos lados para intentar detectar la presencia de alguien mas. no vio a nadie. En unos cuantos pasos se metió en el camino, el perro lo oyó aunque había sido todo lo sigiloso que pudo. Metió la mano en el bolsillo mientras el perro se giraba ladrando y la dueña giraba la cabeza a su vez. Cuando ella lo vio , sus ojos expresaron miedo, eso le excito pero mantuvo la calma.

- Atrás o suelto al perro - amenazo ella pero su voz no expresaba convicción ninguna, sino inseguridad. El puso su mejor cara de hombre distraído. Levantando las manos le dijo.

- Perdona no quería asustarte- retrocedió un par de pasos- me he perdido, es la primera vez que vengo, ¿ Sabes por donde se sale al metro? - la engaño mientras el perro ladraba y tiraba de la cadena. Ella tras oír la pregunta trato de calmarlo. Luego le respondió indicándole con un gesto el camino por donde ella había venido.

Gracias, gracias y ...lo siento- dijo el mientras se giraba.  Dio un par de pasos, metió la mano en el bolsillo agarrando la pistola de dardos y volvió a girarse.

- ¿Perdona, puedes decirme la hora?- le pregunto a ella que aun forcejeaba con el perro intentando alejarse. Ella giro la cabeza y luego busco en su bolsillo y saco el móvil, cuando iba a contestarle el dijo.

- Las siete y media casi- disparo al perro con el dardo y este aulló, ella se quedo parada mirándolo de hito en hito. - No te muevas, podemos hacerlo fácil o difícil. - le dijo el con una sonrisa helada acercando apuntándole con la pistola, a ella ni se le paso por la cabeza soltar al perro que ya se había tumbado en el suelo víctima de los tranquilizantes. El la agarro por el brazo, puso la pistola en su espalda. Y la obligo a caminar hacia el bosque, esta vez tardaron casi media hora, ya que la falta de luz hacia mas difícil el camino, el apretó todo el camino la pistola contra ella. Cuando vio el coche entre los arboles la hizo detenerse. La giro y la obligo a mirarle, estaba aterrorizada, sus ojos la miraban desencajados, su boca temblaba, el sudor perlaba su frente.

- No te preocupes por el perro, yo cazo personas no animales- le dijo sonriendo, ella intento correr pero el la agarro con un brazo con fuerza.
- No hagas eso pequeña, sera peor. - le aviso acercando a su oreja, olio su perfume, le gustaba, le miro a los ojos, tenia unos ojos verdes bastante bonitos, la verdad es que era bastante bonita, había tenido suerte. Mientras estaba pegado a ella, disfrutando de su olor y de su temblor , saco la jeringuilla y se la clavo, ella se sobresalto.

- Hora de dormir pequeña- le susurro de nuevo. Ella lanzo un pequeño grito pero allí no la oiría nadie, el la levanto con facilidad y la cargo hasta el coche, cuyo maletero abrió con el mando a distancia justo antes de salir del bosque. La metió en el y le ato manos y pies por precaución. Por precaución también puso cinta americana en su boca. Cuando la tuvo atada y amordazada saco su móvil y le hizo un par de fotos. Luego cerro el maletero. Subió al coche, encendió un cigarro puso la música y arranco. El viaje de vuelta fue mas largo ya que no tomo ningún riesgo y condujo responsablemente, además la sensación del trabajo bien hecho, de la caza completada.

Cuando llego a la casa, metió el coche del garaje y saco a su presa, la transporto por cuidado hasta el sótano, cuando entro la otra chica volvió a apartarse al rincón mas retirado de la celda. El dejo a la chica en el suelo y abrió la puerta de la celda, metió a la chica y la deposito sobre el colchón.

Se acerco a la otra chica que intento apártese de el pero una de sus manos estaba encadenada a uno de los barrotes, el la cogió y la acerco.

- Shhhhh, tranquila, la clase sera mañana, hoy puedes estar tranquila, además como te prometí, tienes una nueva amiga. - le acaricio el pelo y le dio un beso en la mejilla. Luego salio y cerro la celda, la puerta de abajo del sótano y la de arriba, todas con una llave distinta dejándola allí entre lágrimas apenas audibles.

Se quito la ropa y se quedo desnudo, se acerco a la televisión y puso el fútbol, acababa de comenzar, justo a tiempo se dijo. Fue a por vino y algo de comer a la cocina, volvió a la salita y se relajo...




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