Noches.

Son las tres de la mañana de un fin de semana cualquiera, bajo las luces tenues de la barra, brillan nuestros cubatas semivacios, no se si es la cuarta o quinta ronda que tomamos aquí. El local esta bastante lleno, lo cual nos da bastante juego, somos habituales, por no decir perennes y conocemos a mucha gente. La conversación gira como casi siempre en torno a deportes variados, política y tias, sobre todo tías. De mujeres famosas y de mujeres que nos rodean en ese instante en el bar, algunas de los cuales nos gusta y miramos con insistencia sin atrevernos a acercarnos, "Están fuera de nuestro alcance" es el sentimiento general. Aun así nos guardamos nuestra frustración en el ron de nuestros cubatas y reímos con fuertes carcajadas, demasiado fuertes,  la ultima de las bromas, coñas, barbaridades que alguno de nosotros suelta.

- Voy al baño- digo mientras me levanto del taburete, me tambaleo unos instantes.
- No te caigas que a ti es imposible levantarte.- me dicen.
- Con que me apartéis a un lado para que no me pisen mucho, me sobra- respondo y volvemos a reírnos.

Camino hasta el baño, lo empujo, esta ocupado, me cabreo, me estoy meando y tengo ganas de vomitar. Espero apoyado en la pared que separa la puerta del baño de señoritas del de caballeros. "Caballeros no hay muchos aquí" , pienso para mi mismo y sonrió. Una chica que llega para hacer uso del baño mira con sonrió para mi mismo como un gilipollas. Esta buena y mi mirada se queda fija en sus tetas, ella aparta la vista y entra al baño.

Por fin se abre la puerta del mio, del de "caballeros" y entro, sale el Santi un conocido,con la nariz blanca, me sonríe le indico con un gesto que tiene la nariz manchada y paso al baño. Típico baño de pub, sucio y mal oliente. Orino y tiro de la cadena, las nauseas vuelven mientras me miro en el espejo. Mi estomago esta realmente jodido así que decido meterme los dedos y vomitar. El alcohol ingerido sale de mi garganta, llena mi boca de un sabor amargo y cae en la taza. Tardo unos dos minutos en soltarlo todo. Me lavo las manos, me enjuago la boca y me mojo la cara roja por el esfuerzo de vomitar coronada por ojos aun mas rojos, llorosos. Mientras espero a que se me pase, miro el móvil buscando una señal que se que no llegara, algo absurdo que he repetido cincuenta veces a lo largo de la noche. La rabia me invade y golpeo la pared del baño hasta hacerme daño, mis nudillos se despellejan, los miro, ni siquiera soy capaz de hacerme el daño que a veces me gustaría.

Salgo del baño y vuelvo a mi grupo.

¿Otra ronda, no? - me preguntan.
- Por supuesto - respondo, queda mucha noche, muchos demonios que despertar y matar, despertar y matar, despertar y matar, así cada día.




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