VLADIMIR Y KATIA PARTE 2




Aquella noche no pudo dormir, dio vueltas y vueltas durante un par de horas hasta que por fin desistió de intentar descansar. La visión de Katia lo había dejado paralizado. Se sentía como una mierda al verla. EL sabía perfectamente que las mujeres que trabajaban para su tío era esclavas, secuestradas o compradas a familias pobres, otras muchas veces engañadas. También sabia como las trataban y como solían acabar. Pocas veces había pensado en eso y siempre lo había alejado de su mente. Al fin y al cabo, el negocio era el negocio, él las podía usar cuando quisiese, aunque él tenía la deferencia de pagarles. Katia había removido su conciencia, se sentía enfermo al saberse cómplice de la esclavitud que ella padecía. Sabía que tenía que hablar con ella, aunque no sabía si trabajaba en algún local o en la calle, imagino que sería en la calle o a domicilio, sabía que había chicas que hacían servicios caros, Katia era guapa, alta, esbelta, seguro que la gente pagaba bien por ella. Ese pensamiento le dolió como una puñalada, otros hombres habían tocado el cuerpo que el no pudo poseer.

La claridad de las primeras luces de la mañana lo encontró sentado en su cama con la cabeza entre los brazos, sería un día duro, tenía que encontrarla. Por fin decidió ducharse, se tomó dos cafés y se fue a realizar las tareas que tenía que hacer mucho antes que de costumbre. Hizo las cuentas, mando llevar dinero de un lugar a otro y decenas de cosas más que estaban bajo su responsabilidad. A la hora de comer estaba exhausto y sin apetito, se tumbó en un sofá que tenía en el despacho y durmió un par de horas. Cuando se despertó cogió el coche y por primera vez desde que estaba en Madrid decidió llevarse la pistola. Fue a uno de los locales y empezó a preguntar por Katia, aquellos cabrones no conocían en muchos casos el nombre de las chicas así que tuvo que describirla, al final uno de ellos le dio la dirección de un piso. Se dirigió hasta allí, llamo por el telefonillo, la madame lo conoció en seguida, aunque jamás lo hubiera visto. Le dejo subir, al franquear la puerta, acepto la copa que ella le ofrecía, quería ir como cliente. Le pregunto por Katia, esta le dijo que estaba ocupada y le ofreció alguna de las otras chicas. Él se negó y se sentó en un sofá a esperar bebiendo el vaso de vodka helado que le había servido la madame. Sentía deseos de irrumpir en el cuarto y golpear al tipo que se estaba acostando con Katia, pero controlo sus impulsos, aquello solo traería problemas. Tras tres cuartos de hora un tipo trajeado, calvo y algo fofo salió. La madame le hizo una seña de que esperase un poco más. El imagino que Katia se estaba lavando para el próximo cliente sin saber que era él. Se demoró más de un cuarto de hora, cuando apareció iba peinada, maquillada, y caminaba sobre unos largos tacones de aguja con el cuerpo enfundado en un vestido negro ajustado. La miro acercarse sin saber muy bien que hacer, pero ella estuvo en su papel, lo cogió por el brazo y lo acompaño hasta el cuarto. Luego cerro con llave y fue hasta el tocador donde cogió un cigarro, le ofreció uno, pero el negó con la cabeza, ella prendió el cigarro y ambos se miraron. El dejo la copa vacía en una mesilla y por fin se atrevió a acercarse a ella, quería abrazarla, pero la mira de ella lo detuvo a un paso de ella, seguía teniendo esa mirada de lastima. 

- ¿Qué quieres Vladimir? - su voz sonó fría y dura. Un tono que el jamás había oído salir de sus labios.

 -Quería verte, hablar contigo, solo eso Katia. – respondió el estirando una mano para tocar el brazo derecho de ella. Ella no rehuyó el contacto, pero tampoco lo devolvió, dio una calada a su cigarro.

- ¿De qué hay que hablar? - pregunto ella, por fin

- De que haces aquí, de cómo sacarte de esto- repuso el. Ella se rio sarcásticamente y le acaricio el pelo.

- Siempre fuiste un soñador, tú no puedes sacarme de aquí. - contesto ella.

- Si puedo, mi tío es el jefe, se lo pediré y podrás hacer lo que quieras, volver a Rusia ¡salir de aquí Katia! - afirmo.
- No puedes, Vlad, soy uno de los caprichos de tu tío. El me compro, le pertenezco. Viene cada mes a verme y te puedo asegurar que jamás dejara que me vaya. ¿Sabes lo que me hace tu tío? - le corrigió ella, el negó con la cabeza ante tu respuesta.

- Tu tío es un enfermo- prosiguió ella. - Disfruta haciéndome daño, viéndome llorar, pegándome, violándome, soy una de sus favoritas como él nos llama. Cada vez que viene no puedo trabajar en dos semanas. Cuando termina nos da regalos para compensarnos, como si eso sirviera. Pero vuelve el muy cerdo, ¿Crees que me dejara marchar, así como así?

- Quizás si yo hablo con él y se lo cuento. – insistió el. Ella le tomo la mano.

- Vlad, tu tío es un psicópata ya has visto lo que hizo ayer con Nadia y aquel estúpido, lo mismo te hará a ti, sin pensarlo. Déjalo estar, esta es la vida que me ha tocado vivir. - le soltó la mano y se giró, el la agarro por el hombro.

- Pero yo soy su familia- continuo el, insistiendo. – Tengo que sacarte de aquí. – 

- Él no tiene familia, solo negocios- volvió a explicarle ella.

- Pero ¿cómo llegaste hasta aquí, eras una buena estudiante, como coño te compro?, ¿Qué paso? – pregunto él.

- Mi tío me vendió a los seis meses de llegar, otro hijo de puta, me engaño con un viaje a Moscú, a ver a mis amigos dijo, yo pensé que podría verte. Cuando llegamos a Moscú me entrego a un par de hombres de tu tío. Esa misma noche tu tío me violo, me desvirgo provocándome un desgarro. Luego me hizo trabajar un tiempo con tipos a los que les gustaban las jovencitas, me daban poco que comer para que pareciera aún más joven. Luego me fueron llevando a distintos países de Europa, de vez en cuando tu tío aparecía allí a disfrutar de mí, como él dice. Me quede embarazada dos veces, me hizo abortar las dos. Una de ellas a golpes mientras me violaba. Hace un mes me trajo aquí. Solo soy un trozo de carne para tu tío y para los que vienen a follarme. Pero soy un trozo de carne especial para él y no me dejara marchar. – relato ella, el la escucho con dolor, se sabía parte de su desgracia y aquello lo destrozo por dentro. 

- Y yo formo parte de esto…- se obligó a decir. Ella asintió y el agacho la cabeza. Cuando la levanto, la abrazo, ella le devolvió tímidamente el abrazo. Le costaba darse a alguien demasiado sufrimiento así que se separó instantáneamente, aunque él siguió tomándole la mano.

- Te voy a sacar de aquí Katia, te lo prometo- le dijo convencido. Ella separo la mano.

- Tú no eres como ellos, me hablaron de ti, sé que tratas a las chicas bien, que les haces regalos, que las cuidas cuando te acuestas con ellas. Hablan bien de ti, pero no eres como ellos, te mataran, eres más débil que ellos-. Aquel comentario le molesto, le recordó a los de su padre. Cuando le contesto sus ojos estaban llenos de furia. 

- Eres la única persona que he amado en esta vida aparte de mi madre, si he dicho que te sacare, te sacare.

- ¡Te mataran! - contesto ella, asustada de pronto al ver aquella determinación, aquella ira en sus ojos.

- No importa, si es por intentar sacarte de esto. – repuso el 

- ¡No lo hagas por favor, déjalo estar Vlad, por favor! - le pidió el. El la miro, aquella preocupación que ella demostraba le hizo latir el corazón más rápido. La abrazo intentando contener las lágrimas, esta vez ella le devolvió el abrazo. Se separaron tras un largo tiempo.

- Soy tan culpable como mi tío, Katia. Queda aquí, volveré, te lo prometo. - Salió de la habitación rápidamente dejándola sin poder responder. 

Cuando llego a la entrada la madame le pregunto si estaba satisfecho, el se detuvo. 

-Si señora, pero quiero que me la reserve para mañana no la haga trabajar más, traeré tres mil euros para que pueda justificarse ante mi tío. -  Ella dudo.

- Y otros mil para usted. - añadió. Ella asintió y el salió por la puerta. 



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