VLADIMIR Y KATIA PARTE 3




 PARTE 2

Subido en el coche Vlad trataba de pensar que plan llevar a cabo, estaba claro que su tío tenía que morir, no solo porque fuera el jefe sino porque quería vengarse de él, vengarse de lo que le había hecho a Katia y quizás hacerlo pagar por convertirlo en parte de aquello. Además, tenía que contar los guardaespaldas de su tío y lograr escapar. Decidió acudir por la mañana temprano, le diría a su tío que tenía que hablar con el de algo urgente. Si le decía a su tío que alguien les robaba seguramente lograría quedarse solas.

Puso rumbo a uno de los pisos donde dormían algunos de los hombres de su tío, conocía a algunos bastante bien, había jugado a las cartas con ellos y se habían emborrachado juntos. Aparco el coche lo más cerca que pudo y llamo al telefonillo, una voz ronca respondió al otro lado.  

- ¿Quién es? -. Estaba de suerte, Pavlov no tenía muchas luces y seguramente no haría preguntas.
- Vlad- respondió el. La puerta se abrió, entro en el edifico, luego subió al ascensor y pulso la tecla número seis. Cuando la puerta del ascensor se abrió. Pavlov, calvo, enorme, con una barba de oso y el cuerpo lleno de tatuajes, esperaba en la puerta del ático. Llevaba uno de los chándales Adidas que siempre se ponía, era uno de los hombres que su tío tenía para hacer los trabajos más sucios, un animal gigantesco al que poco le importaba matar a un hombre a una mujer o a un niño si así se lo mandaban.
Ambos se abrazaron y Pavlov le invito a entrar. Acepto la cerveza que este le ofreció y se sentó en un sofá. Aquel gigante se aposentó junto a él y quito la televisión en la que estaba viendo un partido de la liga rusa de hockey hielo.
-No, no ponla, necesito relajarme. – le pidió Vlad. El otro volvió a encender la tele y se puso a mirarla con una botella de un litro de cerveza en la mano, aunque en sus manos parecía un simple quinto. Vieron el partido hasta el final, él se tomó dos cervezas normales y Pavlov tres litronas, aunque no parecía afectarle. Cuando termino el partido Pavlov se ofreció a hacerle algo de cena pero el negó con la cabeza.
- No, amigo, en realidad necesito un favor.- dijo Vlad.
- ¿Qué necesitas? - pregunto Pavlov.
- Veras amigo he tenido un problema con cierto tipo y aunque tengo una pistola necesito algo que haga menos ruido.
- ¿Un cuchillo?, tengo muchos. – pregunto Pavlov de nuevo. Vlad no sonrió.
- No amigo mío, necesitaría o bien una pistola con silenciador o uno para la mía. - respondió el.
- Enséñame la pistola. - pidió Pavlov. Vlad le mostro el arma, este asintió y se adentró en un cuarto. Tras un par de minutos regreso con un silenciador que enrosco con habilidad en la boca del cañón de la pistola.
- Listo- dijo.
- Gracias, amigo. - te compensare el favor.
- No es nada. - respondió el grandote sonriendo. En ese momento la puerta del piso se abrió y entro Anatoli uno de los guardias más cercanos a su tío. Lucía un lustroso pelo rubio, largo y tenía la cara marcada por la viruela.
- Vlad, ¿Cómo tu por aquí? - pregunto cuando entro en la sala de estar. Luego dirigió la mirada al arma. - ¿Para qué es eso, Vlad?.
- Un asunto personal, Anatoli. - respondió el tomando la pistola de las manos de Pavlov.
- Si tienes un problema, nosotros podemos resolverlo, a tu tío no le gustaría que te pasara nada, eres muy importante. – Sugirió Anatoli cuya voz se volvió algo más fría.
- Prefiero hacerlo yo, sino te importa. - respondió Vlad, mirándole a los ojos fijamente.
- Veras, Vlad, si te pasa algo y tu tío se entera de que yo sabía algo, estoy muerto, así que déjame hacerle una llamada o déjanos acompañarte. – insistió Anatoli.
- No necesito niñeras, se cuidarme solo. – contesto el furiosamente.
- Vlad, no voy a discutir o llamo o voy. - repuso tajante Anatoli. Vlad mostro las palmas de las manos, en la derecha seguía sosteniendo la pistola.
- Esta bien, pero disparo yo. - cedió al fin Vlad. Anatoli sonrió y se dirigió a Pavlov.
- Coge un arma, te vienes-. Pavlov no respondió se limitó a volver al cuarto de donde había sacado el silenciador.
- Meo y nos vamos. - dijo Anatoli. Vlad le respondió asintiendo con la cabeza y lo miro mientras pasaba ante él. Quito el seguro de su pistola apunto a la cabeza de Anatoli y disparo. El arma emitió un susurro y Anatoli cayo pesadamente.
Pavlov apareció casi al instante con otra pistola en la mano, pero su cerebro asimilo tarde lo que pasaba.
¿Qué ha pas…?- las palabras murieron en su boca, Vlad le disparó dos veces en el pecho y se derrumbó sobre Anatoli.
Vlad guardo el arma, que noto caliente al meterla en la parte trasera de su pantalón. Miro los dos cuerpos por última vez y salió del edificio. Sus planes habían cambiado, ahora debía ir inmediatamente a ver a su tío. En el coche dejo la pistola en el asiento del copiloto y arranco a toda velocidad, las ruedas dejaron un par de surcos negros en la calzada.



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